Una cápsula erige nuestra historia contemporánea; crea un oasis etéreo; y aunque
todo aquel que desea ver aquella atracción se acerca con ropa de invierno, acoge
con calidez a miles de visitantes por año.

Ubicado en la cima y escondido entre las nubes.

El Hotel Humboldt es el atractivo turístico más importante y predominante en la cima de nuestro cerro  en las alturas de , “El Ávila”, esta encantadora edificación de estilo vanguardista conserva su avasallante éxito y representa una dualidad entrañable entre la Venezuela moderna y conservadora.

Su historia como base del progreso; su clima variado de montaña es idóneo para ligar a un gentilicio variopinto; la arquitectura impuesta sobre la montaña como el avance que no destruye, sino que preserva; y por supuesto, la pureza caraqueña: un modernismo que respeta –y se adapta- a los espacios verdes.

Hotel Humboldt

Una montaña mágica, Paradisíaca y Exótica

Esta maravillosa edificación que reúne a muchísimos turistas y los deja eclipsados por su singular experiencia, está ubicada en la cima de “El Ávila” como lo mencionamos anteriormente. Dicho cerro es un Parque Nacional, que ha reivindicado su nombre desde el año 2010.

Aunque muchos venezolanos lo conozcamos y le llamemos de esa manera, en honor a las raíces de las lenguas indígenas se designó “Waraira Repano”.

Cima entre las inmensas montañas

Crédito a: Reylee Jair

Hay varias versiones sobre el nombre, pero la historia cuenta que aquella montaña no existía. Un día, las tribus hicieron algo que ofendió a la diosa del mar; en venganza ésta quiso destruir todo, así que levantó una ola enorme, por lo que ellos se arrepintieron y e imploraron clemencia de rodillas. Posteriormente, esa ola se convirtió en la montaña mágica que hoy conocemos.

Sinfonía verdes en las alturas.

Waraira Repano, significa “la ola que vino desde lejos”. Aquella prominencia divide El Mar Caribe de la ciudad Capital de Venezuela, Caracas. Es un pico en la parte central de la Cordillera de la Costa, siendo uno de los picos más elevados de este parque.

Su vegetación, clima, flora y fauna son lo que le dan la particularidad de ser un paraíso verde con destellos de colores.

Espacio exterior del Humboldt orquídeas

Crédito a: Reylee Jair

Podemos observar orquídeas, helechos y la predominante belleza de las aláceas; el armonioso cantar del Querrequerre o la imponente y deslumbrante energía del Turpial y el Cristofué.

Sin duda, más allá que el atractivo turístico sea el Hotel Humboldt, es importante mencionar que existen otros lugares con mayor interés para admirar, como: Sabas Nieves, el cual consta de un recorrido para personas que les gusta la actividad física al aire libre antes de llegar a la cima.

Además, justo al salir de la estación del teleférico, cuenta con diversos establecimientos en los que puedes tomar un chocolate o comer fresas con crema mientras disfrutas de la vegetación, la música melodiosa del violín, el brío del arpa o el cuatro.

Espacios de interés el avila

Crédito a: Reylee Jair

Además el apabullante manto de la neblina, que le proporciona carácter y una angelical energía a este lugar. El otro interés turístico radica en Galipán, el colorido pueblo forrado y vestido flores, y perfumado con la esencia de las frutas.

El Hotel Humboldt acapara el mayor interés por su fachada, historia e imponencia sobre la montaña. Pues, El Ávila” o el Parque Nacional Waraira Repano, es el pulmón verde de Caracas y simboliza mucho para nosotros.

El Humboldt es simbólicamente como la guarida del indio que vela por la preservación del órgano, que nos da una bocanada de aire fresco y purifica nuestra respiración.

Muestra de nuestra historia contemporánea

El Hotel Humboldt fue construido en 199 días, de los que originalmente se habían dispuesto 200. Fue una orden del General Marcos Pérez Jiménez, y el plan era unir a Caracas con El Litoral del estado La Guaira, mediante el teleférico como medio de transporte.

Más que un hotel, todo esto comprende un complejo turístico diseñado en el ingenio del Arquitecto Tomás José Sanabria y estuvo a cargo de la compañía ENECA, en conjunto con los ingenieros Gustavo Larrazábal y Oscar Urreiztieta.

Aunque el Humboldt es un espectáculo visual que absorbe toda la atención de quien lo admira, también ha testificado el cambio de la historia contemporánea de Venezuela.

Un legado que transciende en el tiempo.

Porque en los diferentes mandatos de la democracia representativa, éste sufrió depresiones políticas y económicas, así como restauraciones sin sentido: distintos cierres –no consecutivos- de la línea del teleférico de El Litoral, hasta su inhabilitación definitiva en 1977.

Las lujosas fiestas políticas organizadas en la administración de Blanca Ibañez, amante del expresidente Jaime Lusinchi y la transformación de los espacios internos por parte de las empresas de gestión.

Sin embargo, con cada una de esas cosas actualmente representa esa estructura que se adapta a las crisis paradigmáticas y resiste a los cambios.

El Hotel Humboldt, es claramente una muestra de cómo, poco a poco, hemos desarrollado el interés por la preservación de nuestro patrimonio.

Vanguardia arquitectónica: habitaciones, lobby, entradas, edificios

Espacios internos del Humbolth

Crédito a: Reylee Jair

 

Diseñado por el arquitecto Tomás José Sanabria, uno de los venezolanos que fueron educados en el exterior para promover el estilo internacional, El Hotel Humboldt es de estilo Vanguardista.

Con más de 65 años de historia y más de 40 habitaciones disponibles, la fachada de este hotel es un edificio de 14 pisos, en un complejo turístico distribuido en un área de 78,000 de alta disponibilidad de terreno tiene que ver con el desplazamiento del dominio ya que comprende varios edificios.

Es tan particular su ubicación en la cima del cerro, porque ofrece una exquisita y paradisíaca vista de 360° sobre todo el valle de Caracas.

El complejo, presenta una serie de amplios contornos y perímetros abovedados, siendo la torre circular donde están las habitaciones.

Distribución de sus espacios.

El mismo comprende un lobby de cuatro bóvedas: el registro de los huéspedes, que es una hermosa recepción al estilo de una estación de trenes de los años 50’s; la segunda bóveda posee unos muebles hermosos y un atractivo platón enorme de arte cinético adaptado al techo; la tercera y cuarta bóveda, conectan y resguardan las otras áreas del hotel como el hall y los ascensores.

También, podemos bajar al área en la que se descubren el restaurante de nombre homónimo “Humboldt” y un bar llamado “La Boîte”, en la que inicialmente se instalaría un casino.

Justo antes de bajar a esta zona, se puede observar el gimnasio de la torre del hotel, con un diseño un poco más moderno, pero adaptado al estilo cincuentero.

Conectarse con sus detalles.

El restaurante cuenta con una entrada de luz increíble que le da un aire a estar cerca de las nubes o en una cena en el Titanic, porque por las tardes y las noches, las luces amarillas de sus candelabros, solo aportan sofisticación, sino elegancia y ambiente celestial.

El ambiente, se apoya de la naturaleza y los jardines exteriores; los colores de bronce y oro, hacen un contraste perfecto con la imagen del restaurante. Desde las sillas cómodas o la música, hasta las servilletas bordadas ayudan y contribuyen a la climatización de un lugar muy ostentoso.

Interiores del Humboldt

Crédito a: Reylee Jair

Sus habitaciones son perfectamente elegantes y cómodas. Las camas y los muebles son el aporte de modernidad a la estética original.

Habitaciones del Humboldt

Crédito a: Reylee Jair

La habitación museo conserva el mobiliario y los acabados originales de la inauguración del hotel y por otra parte, encontramos las suites que aunque tengan el estilo de los años 50, integran más aspectos de la actualidad. Aun así, nada queda disímil de su concepto y lo convierte en una maravilla que es casi utópica, fantasiosa y algo cinematográfica.

No se trata del lugar, sino del ambiente

Hablar del Hotel Humboldt es hacer una invitación a conocer uno de los fenómenos caraqueños más emblemáticos, porque es de nuestros más grandes tesoros nacionales.

Hay muchísimas cosas que explorar dentro del hotel: como ver las obras de cada artista, pues integran obras actuales y antiguas; comprar licores nacionales con el más alto estándar y probar de las otras tiendas que están en las áreas que conectan el hotel.

Hotel Humboldt

Crédito a: Reylee Jair

Incluso, hasta disfrutar del baño con ese estilo clásico de acabado de madera en la entrada y sus mosaicos que representan la estética caraqueña de la época.

Sin duda, un hotel del mismo nivel de cualquiera que goce de las cinco estrellas.

Si hablamos desde el contexto, el hotel Humboldt es un indio que cuida la montaña en su guarida; si hablamos desde la historia, es una cápsula; pero basta con decir que es la intención por la que subimos a El Ávila, para saber que hablamos desde el corazón.